Fecha: 1 de junio de 2009
Tema: resumen del texto “El Montalván”.
Análisis de una postal, de un prócer a otro prócer.
Este texto, más que un periódico abierto al público como lo fueron muchas de las anteriores obras de Padilla, es una carta escrita por Tomás de Montalván y Fonseca, un personaje ficticio, creado por el mismo P. Fr. Diego Francisco Padilla OESA., a quien quiere representarse. El objetivo de este enmascaramiento, es que con las severas afirmaciones que lanza en este articulo, no sea descubierto por las autoridades como un clérigo detractor político. De allí radica que, aunque fuera escrita en primera persona, es decir, directamente, no fueran muy claras las formas de remitirse a la persona a la cual escribía, ya que mantenía constantemente el sigilo de no ir a revelar su verdadera identidad.
La epístola, redactada el 8 de febrero de 1812 en Santafé de Bogotá, es dirigida al señor autor de la Bagatela, Pero ¿quién es el escritor de la Bagatela? Era el político, ideólogo y militar santafereño precursor de la independencia y presidente del Estado cundinamarqués, Antonio Nariño (1765-1823), fue el que fundó y consignó su pensamiento en el periódico de sátira política la Bagatela, que salió en el año 1811.
Cuando el P. Padilla envía esta carta, su estado de ánimo era de insatisfacción para con Nariño, ya que, habiendo él compartiendo la fe, el celo por la patria y una fuerte amistad, este otro no le fue condescendiente, pues de hecho le recuerda que le volvería a aconsejar como ya había acontecido, aún cuando la ocasión pasada había hecho caso de su consejo, pero le respondió con dos renglones y con dos piedras en la mano.[1]
El Montalván habla con léxico propio de su época, causa por la cual se complica un poco la comprensión para nosotros. Además, él utiliza algunas expresiones desconocidas y hay algunos segmentos del texto que aparecen borrosos y dificultan la lectura del mismo.
Nos remitiremos a la enciclopedia Encarta para ponernos en el contexto en el cual se desarrollo el periódico de la Bagatela, obra con la que el ilustre P. Padilla refirió la comunicación con su autor, ya que él tenía el objetivo de comentarle lo que pasaba con la Bagatela. Resultó pues que, el segundo Congreso se reunió en noviembre de 1811 y suscribió el Acta de la confederación de las Provincias Unidas de Nueva Granada, inspirada en la teoría federalista. En ella se solucionaba el problema del Estado con el respeto y reconocimiento de la autonomía y soberanía de las regiones; las provincias se definieron como iguales e independientes, autónomas en el manejo de su administración, en el cobro de ciertas rentas; cedían al Congreso las funciones militares para la defensa común, la imposición de rentas para la guerra y las relaciones internacionales. A estas ideas federalistas se oponían los centralistas, liderados por Antonio Nariño, cuyo pensamiento se defendía en su periódico La Bagatela. Estas concepciones dividieron a los patriotas en dos bandos, que se enfrentaron militarmente, dando origen a la primera guerra civil.[2]
Síntesis del texto
Empieza esta carta de 20 páginas, con la presentación del Montalván a su remitente; luego le dice que ya se ha cumplido el memento de volverle a escribir acerca de lo que la gente decía, con relación a lo que estaba pasando, sobre su bagatela. Síntesis de todo lo que le dijo a Nariño en principio, fue: Es verdad que V. no debe hacer caso sus dichos, porque aquí todos son políticos de tienda, y solo V. debe dar la ley de política.[3]
Cuenta el Montalván que cuando él estaba leyendo el primer capítulo de la bagatela, llegó a comentarle un tiendero que Antonio Nariño no solía relacionar nada con los sueños. Fue entonces que comenzó una discusión con relación a quiénes o qué eran los tienderos, diciendo que eran los que escuchaban o referían a los sueños para entender lo que vendrá para la política de su nación. Así pues, colocaron unos ejemplos de tienderos políticos como: el senado Romano, los conquistadores de la isla Ogigia, Plutarco y cicerón; aunque de estos dos últimos, se enfrascó la polémica sobre si eran o no tienderos. Siendo los tienderos unos místicos del estrado gubernamental, dijeron del autor de la bagatela algo contrario, que era un político de Palacio y de gabinete y que todos debían atender a sus palabras.
Al final de esta discusión, que terminó en amontonamiento y ruido, un mocito completó diciendo que la bagatela era un larguísimo sueño contra los preceptos del arte. Por esta razón el Montalván se retiró del recinto. Al rato de caminar, encontró un nuevo grupo de gente que habla de algo parecido a lo anterior; un hombre aseguraba que, el Colegio no tiene poderes para meter la mano en la monarquía y la Bagatela tiene razón en decir que aunque en los revisores de la constitución dispongan sobre esto, les será lo mismo que si tratasen de la traslación de los montes. […] porque el pueblo no les ha dado poderes para eso.[4] Y añadió que Fernando (VII) y la monarquía eran las bases para la constitución. De repente apareció un nuevo hombre tiendero que con diccionario en mano aclaró, qué es base, y dijo contradiciendo al anterior, que si cayesen el Rey y su sistema, la soberanía del pueblo se levantaría y además tendrían la posibilidad de que como en otros países estaba sucediendo, la gente pueda dar su voto por un presidente para su Estado, así quedarían los poderes divididos.
El caballero que había tomado la palabra siguió hablando y descrestando a la gente con su sus afirmaciones acerca de la Bagatela se contradecía al decir que la constitución es la forma de gobierno en la que los pueblo se cobijan para existir en sociedad. Cosa que no es cierta para el mismo periódico si se tiene en cuanta que va en contra del gobierno popular representativo que es el que personifica al pueblo. Luego un anciano complementó diciendo el la Bagatela desaprueba al Colegio. Otro también dijo de la Bagatela que estaba de acuerdo con ella en que debían de ser pacientes al quererse liberar de España, ya que se podían armar y arrasar con todo; lo mejor será esperar a un momento de fortaleza para sacar a la monarquía.
Conclusión
En medio de la última conversación, se da la sentencia final de un caballero que se acercó al Montalván, a sabiendas de que éste conocía más al Bagatelista, y le sugirió lo siguiente: “conjúrelo V. por la Sangre de Cristo,[…] para que nos deje vivir en paz: hágale presente los incalculables males que nos trae su perverso e impolítico papel: aconséjele, que no insulte a las provincias, que no divida el reino, que no persiga a los eclesiástico, persuádale a que emplee últimamente su pluma en instruir a los pueblos sobre sus derechos, a inspirarles fidelidad, templanza, desinterés, aplicación, modestia, subordinación a las leyes, respeto a los magistrados, odio a los vicios y amor a la virtud y al honor; y sobre todo temor de un Dios remunerador. Póngale presente el juicio inexorable, que le aguarda y en que ha de dar cuenta del pueblo que ha inmortalizado y escandalizado, de los males que ha ocasionado y de los pecados que por su causa se han cometido.”[5] A manera de conclusión, con esto termina el texto, que de alguna manera exhorta a Antonio Nariño a cambiar la forma crítica de expresión, por animación hacia el pueblo.
BIBLIOGRAFÍA
PADILLA RICO, Diego Francisco fray OESA., ó Tomás de Montalván y Fonseca. Epístola: “EL MONTALVÁN”. Imprenta de Don Bruno Espinosa, Santafé, 8 de Febrero de 1812.
· Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Enciclopedia virtual: Microsoft Encarta 2008. 1993-2007.
[1] PADILLA RICO, Diego Francisco fray OESA., ó Tomás de Montalván y Fonseca. En epístola: “EL MONTALVÁN”. Imprenta de Don Bruno Espinosa, Santafé, 8 de Febrero de 1812. P., I
[2] Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. Enciclopedia virtual: Microsoft Encarta 2008. En: “Provincias Unidas de Nueva Granada”. 1993-2007.
[3] PADILLA RICO, Op. cit., P., II.
[4] Ibíd., P., V.
[5] Ibíd., P., XX.
viernes, 12 de junio de 2009
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