martes, 11 de agosto de 2009

El hombre y la maldad.

25 de julio de 2009

José miel, Rancha y Viana.

El hombre y la maldad.

¿Quién es el hombre ante Dios? En verdad que somos poco y mucho; por un lado una masa relativa de huesos y músculos y un conjunto de sentimientos e ideas, que son insignificantes si se comparan con aquel don infinito y sobre natural que nos concede Dios, el Espíritu que vivifica el alma; este no es cualquier bien pasajero, sino que es algo eterno. Así pues, aunque seamos elegidos, amados y privilegiados en este mundo terrenal, no podemos ser más que aquellos seres que tienen el gozo magnánimo de compartir la gloria suprema, los Ángeles; ellos que conocen la verdad divina, más que cualquiera de nosotros, tienen también el mismo error de la humanidad, caen.

El principio del mal no comenzó con la caída de Adán en el paraíso, sino que desde el mismo instante en el que uno de los Ángeles, conocido como Lucifer, tomó la decisión de enfrentar a Dios como otro dios. Nos cuenta la tradición de la Iglesia que no solo fue él el que tomó la actitud de desafío perverso, sino que también fueron otros tantos Ángeles los que determinaron la misma condenación perpetua por su soberbia ante el Altísimo.
[1]

Dios abriendo el libro de la vida humana, vio con buenos ojos su creación, la cual de momento existió con sangre pura e inmaculada, mas luego se afilió a la tendencia de la desobediencia de los ángeles caídos. Los primeros fueron Adán y Eva, quienes con el mundano fruto prohibido cayeron tan fuerte que hasta el día de hoy nos cuesta levantarnos, pues aprendimos de ellos la corrupción, este fue un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre.
[2] Bendito sea Dios que envió al fruto de su gracia en el vientre de una virgen santa y nos redimió en una cruz, haciendo de nuestra culpa una carga ligera y permitiendo que el pecado que cometieron nuestros primeros padres mortales fuera olvidado mediante el sacramento del bautismo.

Desde el momento en el que los ángeles se atrevieron a declararle la guerra al Señor, el demonio se ha venido apoderando de un lugar en cada uno de los corazones nuestros; esto no significa nunca que ha dominado nuestra voluntad, sino que nos ha seducido y tentado a la corrupción y que nosotros como niños en medio de la ignorancia y la ingenuidad le hemos preferido a él que a nuestro Señor de misericordia.

Ahora bien, ¿Qué tan fuerte ha sido la influencia demoniaca o de la maldad en la historia del hombre? Sabemos relativamente que el hombre tal cual lo conocemos, apareció hace 40.000 años; desde ese momento se empezó a escribir la historia de la humanidad y junto a ella la historia de la maldad, dejando al hombre primitivo, por consguiente, marcado con el signo oscuro del pecado, ya hubiese sido con intención o ingenuamente por instinto de supervivencia.

Para entender mejor todo lo relativo a la maldad y el pecado, hemos primero de definir ¿Quién es el hombre? Como lo vimos en la historia, el hombre ha estado constantemente tratando de dar respuestas a este interrogante, con grandes contradicciones, empezando desde el hombre como regla total y centro de la vida, hasta la definición de la humanidad como una piltrafa viviente. Las soluciones las encontramos desde las corrientes filosóficas, literarias, sociales, políticas, económicas, religiosas, entre las cuales nos resulta más cercana la contestación de la Iglesia Católica, que por obvias razones, es más válida a razón de la iluminación divina.

Según la Doctrina dada en el Concilio Vaticano Segundo, el hombre, que como bien lo refiere la Biblia, es un ser hecho a imagen y semejanza de su propio creador
[3], es un individuo comprendido de cuerpo y alma, capaz de adorar a su Señor, por su condición de criatura e hijo adoptivo de Él por el bautismo. En esta definición no nos quedaremos, porque su extensión y su temática no nos competen; de esta forma, nos adentraremos un poco en la visión del hombre en la maldad amparado en la filosofía.

Para el siglo XIX, encontramos en Alemania a uno de los pensadores más influyentes de la historia moderna y quien propuso un sistema filosófico basado en el ideal del superhombre, Nietzsche; él plantea que para volver a la esencia de la filosofía tenemos que crear un hombre capaz de todo, un hombre que siempre esté por encima del objetivo trazado; para entenderlo bien, el filósofo parte desde el individuo débil, el cual debe ser erradicado. “El hombre camello es el hombre resignado, aguantador, sometido, paciente, incapaz de reaccionar. Este tipo de Hombre es negación de la vida, en él la vida está desfigurada y bloqueada; este hombre es un mono, una irrisión, una vergüenza dolorosa, un objeto de burla”.
[4] Pero ¿quién ha puesto en esta situación al Hombre?, a esta pregunta Nietzsche responde, “Dios, la religión y la moral. El cristianismo inventó el concepto de Dios como contra concepto de la vida para aplastar los instintos de ésta, sus alegrías y su pujanza exuberante que inventó el más allá para desvalorizar el más acá; el alma para denigrar el cuerpo y todo lo que al cuerpo toca; el pecado, la conciencia, la libertad para arrebatar a los fuertes y soberbios su fuerza”[5], de lo cual inferimos que el modelo de hombre que hasta entonces llevábamos, “el cristiano”, no es más que el fracaso de la especie humana.

Nietzsche quiere que el hombre sea el sentido de la tierra, la expresión última de la vida, pero ¿qué es la vida para Nietzsche?, “llamamos vida a una multiplicidad de fuerzas unidas por un mismo proceso de nutrición. A este proceso de nutrición como medio de su posibilidad, corresponde los llamados sentimientos, imaginación, pensamientos entre otros, este hombre debe ser superado.”
[6] Para esta superación Nietzsche propone al hombre como un guerrero que por amor a la humanidad destruye al débil y oprimido. Entonces, ¿podemos decir que los débiles y oprimidos son los cristianos?, o en otro marco histórico ¿los judíos? Juan Pablo II nos dice al respecto: El siglo XX ha sido en cierto sentido, el “teatro” en el que han entrado en escena determinados procesos históricos e ideológicos que han llevado hacia la gran Erupción del mal. [7]

Como se atestigua del siglo pasado en los libros de historia y en los relatos de nuestros viejos, los horrores de las guerras mundiales mostraron la crueldad del hombre. La despiadada mente humana propició para los que en su momento vivieron en carne propia el holocausto, el principio del apocalipsis, algo curioso si pensamos en que Dios no tuvo en absoluto nada que ver con estos hechos tan fatídicos. De dos guerras mundiales, rescatamos una figura voluminosa, no por su contextura, sino por su influencia entre las masas; hablamos del político y militar germano-austriaco, Adolfo Hitler. La brillante carrera de asenso al dominio mundial, lo convirtió en una de las personas más polémicas y poderosas de toda la historia de la humanidad. Aquel ser que para muchos fue su gran héroe de turno, también fue símbolo de oscuridad y penuria; él era algo así como un donnadie, dotado de influencias, autoridad, convencimiento, gallardía, orgullo, soberbia, entre otras cualidades y desventajas que hacían de él en un hombre que no parecía de este mundo; decimos esto, porque fue demasiado el mal que causó en este planeta y muchas las alegrías de victorias de algunos que no comprendían la magnitud de la perversidad que originaban.

Este escrito no se encarga de criticar a las personas por sus actos, todo lo dejamos a la misericordia y el juicio de Dios. Partiendo de este principio, tomaremos la ideología de Hitler como ejemplo de lo que puede llegar a ser la influencia maliciosa en el hombre, haciendo referencia a el libro de su autoría, Mein Kampf (mi lucha) escrito en la cárcel, este demuestra que su ideología se basa en un conglomerado de ideas que mezclan el nihilismo de Nietzsche, el racismo de Gobineau y de Chamberlain, la teoría de la herencia genética de Fr. Gregorio Méndel, la fe en el destino de Richard Wagner, la geopolítica de Haushofer y el neodarwinismo de Ploetz. Las ideas fundamentales son el nacionalismo, el anticomunismo, el antisemitismo […] en otras palabras, el aniquilamiento de los judíos y por último, la fe ciega en el líder (führer)
[8], él mismo. Este es un pequeño perfil del hombre que transformó la vida del siglo XX en Europa y el mundo entero, aquel que cerró con broche de oro su desgraciada vida con el asesinato de su esposa de un día, Eva Braun, y con el suicidio, acto imperdonable ante los ojos de Dios.

Esto que hablamos de Hitler, era nada más uno de los miles y miles de ejemplos de malicia en medio de nuestra sociedad o parte de la historia de la maldad en la historia del hombre. De la misma manera, el Papa Juan Pablo II hablaba de la caída de los dos grandes cánceres que agobiaron el final del pasado milenio, el comunismo y el nazismo, con ellos da apertura para poder hablar del ligamiento del mal y del bien. En tanto nosotros, vamos atener en cuenta lo que dice él, con relación al pensamiento antiguo en el título de la coexistencia del bien y del mal, para clausurar este escrito: La naturaleza del mal, tal como la entiende Santo Tomás, siguiendo las huelas de San Agustín. El mal es siempre la ausencia de un bien que un determinado ser debería tener, es una carencia. Pero nunca es ausencia absoluta del bien. […] es una incógnita esa parte del bien que el mal no ha logrado destruir y que se difunde a pesar del mal […] La historia de la humanidad es una trama de la coexistencia entre el bien y el mal. […] En efecto, ésta (la raza humana) no quedó destruida, no se volvió mala a pesar del pecado original. Ha conservado una capacidad para el bien, como lo demuestran las vicisitudes que se han producido en los diversos períodos de la historia.
[1] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica. # 391
[2] Ibíd. # 390
[3] Concilio Vaticano II. Paulinas, Bogotá D.C., 1986, p. 132.
[4] BLANCO T., Blas. Integración filosófica 11o. Paulinas, Bogotá, 1995, p., 130.
[5] Ibíd. p., 131.
[6] Ibíd. p., 132.
[7] Juan Pablo II. Memoria e identidad. Planeta, Ciudad del Vaticano, 2005, p. 13.
[8] Guía mundial Almanaque 2000. Cinco cultural, Bogotá, 2000, p. 138.

los agustinos en el nuevo mundo y en medio de la ilustración.

Fecha: 20 de Abril de 2009

Tema: los agustinos en el nuevo mundo y en medio de la ilustración.

Una comunidad histórica

Esta comunidad de hermanos con un solo corazón y una sola alma dirigidos hacia el Señor, pertenecientes a la orden de nuestro glorioso padre San Agustín, han estado en medio de miles de sucesos importantes durante el transcurso de los siglos; ahora veremos cómo ha estado en el descubrimiento de nuestra tierra y su desarrollo en medio de nosotros, también durante la época de un radical cambio para nuestra madre Iglesia, la ilustración.

Estos han sido momentos decisivos para nuestra comunidad, puesto que hicieron de nosotros una organización diferente, nueva y renovada. Por su parte el llegar a América, fue un verdadero adelanto en cuanto a que la presencia de los padres agustinos creció en manera considerable, así se cumplió lo dicho por nuestro Santo provincial de Castilla, Tomas de Villanueva, que este nuevo territorio se convertiría en el centro de la fe católica, puesto que Europa estaba en decadencia; y es preciso que esto lo estaremos viendo mucho después, nada más con la temible asechanza de la revolución francesa y en sí con la deserción de fieles y clérigos durante el siglo de las luces junto con las duras leyes de los Estados que oprimían a la Iglesia.

2. La orden de San Agustín creciendo en América

Los agustinos en América empezaron como un sueño en España, más especialmente en la provincia de Castilla, con su provincial el P. Fr. Juan Gallego OESA. Él fue quien proyectó un primer viaje al nuevo mundo en 1527, tristemente murió, pero quedó el proyecto en manos del nuevo provincial P. Fr. Francisco de Nieva OESA, ordenando seis años después la memorable misión a siete frailes, o ángeles, como luego serían considerados, a que llegasen a Veracruz el 22 de mayo de 1533 y evangelizarían estos dominios de España.

Aún así, el primer agustino que cruzó el océano fue el P. Fr. Vicente de Requejada OESA. en el año de 1527, quien llegó por la costa norte de Suramérica, de donde empezaría con una gestión fuerte de cristianizar a indígenas de la zona de la actual Venezuela y luego de la región andina. La misión en conjunto de la comunidad, con sus tantas expediciones a estas tierras, fue tan prospera que para 1549 se podían hacer calculo de unos noventa y dos frailes y en 1562 ya habían cerca de trescientos con sus respectivos cincuenta monasterios o conventos.

La labor misionera de la comunidad fue tal que el Emperador cristiano Carlos V soberano de la península Ibérica, el padre de Felipe II, quedó impresionado al ver que los frailes no solo se dedicaban a catequizar, sino que también fundaban pueblos, doctrinas y conventos, levantaban edificaciones para los nativos y culturizaban a la población autóctona del lugar, además veía en esta honorable y valerosa tarea un crecimiento magnífico; así pues, ordenó misioneros para la parte baja del continente, para que empezaran una fuerte presencia en todos los lugares, como ya se estaba dando en el virreinato de nueva España (México).

Los Agustinos llegaron en masa al Perú en 1551, en donde se forjó una gran provincia, Nuestra Señora de Gracia, la cual se empezó a extender por todo el territorio, en direcciones del sur y del norte, por esta razón se desplegaron de ésta, nuevas provincias, como la de Quito, la de Bolivia, al sur la provincia de Chile, y más tarde, de esta resultaría la de Argentina. Desde Ecuador los religiosos se encaminaron hacia el norte de Nueva Granda en 1575.
[1] Eran tan evidentes los resultados y tan grande la expansión (por tanto compleja la gobernabilidad para una sola provincia) que para 1601, de la provincia de San Miguel de Quito se independizó el sector del virreinato de Nueva Granada, es decir de Cali hacia el norte, junto con gran parte de Venezuela, a la cual se le concedió el nombre de Provincia de Nuestra Señora de Gracia. Teniendo como casa nodriza, el convento e Iglesia de San Agustín en Bogotá (Actual Casa Provincial); desde aquel lugar se empezaron las expediciones por todo el lugar.

Pronto el número de religiosos creció exorbitantemente llegando al momento en el cual ya no se requerían vocaciones provenientes de España sino solo las nativas; así pues los proyectos de nuestra provincia crecieron favorablemente, teniendo como principales destinos para las misiones a los llanos y a Boyacá; también la creación de la universidad de San Nicolás de Bari cercana al convento de San Agustín.

Pasaría muchos años para que la comunidad entrara en decadencia, primero por el famosísimo visitador, Fr. Juan Bautista y luego por los temibles problemas que se tuvo con el Estado, por causa de su jefe, Tomas Cipriano de Mosquera.

3. La religiosidad agustiniana en Europa en la ilustración.

La orden de San Agustín que pasaba por uno de los momentos más florecientes de todas las épocas, en la mitad del siglo XVIII, pues contaba con alrededor de unos dieciocho mil frailes, muchos conventos y tenía gran acogida en el mundo. Fue que pasaron cinco décadas y ya estábamos solo viendo en las filas, las sombras de miseria que quedaron de tan fuerte opresión que pasaron.

Sucedió pues que en muchos países del viejo continente se impusieron medidas drásticas para determinar la manera de proceder de las comunidades eclesiásticas, según el Estado quería. El número de religiosos bajó en manera considerable en tan solo treinta años. Fue tan pesado el acoso que se produjo, que en Francia desapareció la presencia de los Agustinos, y hasta el día de hoy no ha vuelto a asomar un rayo de luz agustiniana sobre esas tierras.

La mayor causa de la decadencia de la orden en Francia, fue por culpa de la revolución que se produjo una década antes de iniciar el siglo XIX; en donde se realizaron leyes tan radicales que exigían desaparecer enteramente del lugar o los conllevaría a la muerte. En otros países como Italia y España, se sufrió los coletazos de la invasión napoleónica y dejaron devastación y penuria, conventos destruidos, religiosos exiliados, provincias ingobernables y miles de problemas que a mi parecer sirvieron de purificador de la comunidad, pero también espacio para perder una gran parte de la historia con los lugares perdidos ya evangelizados.

En Austria, Polonia, Bélgica, Rusia, Prusia e Irlanda se dispusieron leyes gubernamentales que dejaron tambaleando en muchos aspectos la existencia de la orden en cuantiosos lugares. Gran parte de la comunidad cedió terrenos que habían sido nuestros por siglos. También se negaba el derecho de ingresar al noviciado o simplemente ser religioso.

Conclusión

En verdad que da mucha nostalgia la perdida de tanta historia, aún cuando se sigue escribe una historia tan cruda como la que sucedió en aquella época de la ilustración. De igual manera la labor de tan valientes frailes cuando llegaron a América, y luego quedar desecha por leyes injustas que desgarran ese corazón inquieto que ha mantiene nuestra comunidad por siglos.

Este es el momento en el cual las palabras de Santo Tomás de Villanueva se recuerdan y decimos que en poco el centro de nuestra fe católica ya no será América ni Europa, sino África y Asia. Así pues, como dijo en cierta ocasión el P. Fr. Mauricio Saavedra OSA. que el futuro de nuestra Orden sería oscuro, pues las mayoría de vocaciones se están dando en el continente negro.

BIBLIOGRAFÍA

Orden de San Agustín. Los Agustinos (1244 – 1994) nuestra historia en fotografías. Pubblicazioni Agostiniane, Roma, Italia, 1995, p., 41.
Terán, Enrique, OSA. Convento San Agustín Quito - Síntesis histórica como homenaje a su IV centenario. Santo Domingo, Quito, 1973.
Organización de agustinos de Latinoamérica. Huellas Agustinianas. OALA, México, 2002.
Pérez Gómez, José OSA. y otros. Provincia Agustiniana Nuestra Señora de Gracia de Colombia – tomo II. Agular, Santafé de Bogotá, 1993.
[1] Orden de San Agustín. Los Agustinos (1244 – 1994) nuestra historia en fotografías. Pubblicazioni Agostiniane, Roma, Italia, 1995, p., 41.

La primera República granadina y el impulso eclesiástico.

Fecha: 16 de Marzo de 2009

Tema: La primera República granadina y el impulso eclesiástico.

1. La semilla de la victoria, sembrada por el Espíritu.
El espíritu de levantamiento se produjo desde los pulpitos de las iglesias, donde los clérigos proclamaban la libertad a voz en grito y suplicaba por una nueva nación. Detractores son los que afirman que el magisterio de la Santa madre Iglesia no estaba de acuerdo con la causa de la independencia, siendo que esta fue la que la propició. Si no hubiese sido por la Iglesia, las masas que se ahogaban en la monotonía del vivir cotidiano, nunca se hubieran sublevado.
Luego de los hechos un tanto confusos del 20 de julio de 1810; la nación quedó a la merced de los criollos para que hicieran con esta lo que quisieran. La adolecente Colombia se había emancipado de la madre patria, España; habían ya aprendido de ella a defenderse, pero no a gobernarse por sí mismos. Así, aunque hubiesen llevado a cavo una de las mejores revoluciones de la historia, (pues ocurrió sin mortandad, sin saqueos y sin nada de lo que caracteriza a las actuales protestas) no pudieron culminar el sueño de una nación verdaderamente soberana sobre sí.
Aprovechando este posterior desconcierto reinante en la nueva República Granadina, la madre vuelve a reclamar sus derechos sobre su pueblo rebelde que le había abandonado. Su esperanza de volver a tener en su dominio esta tierra fructífera quedó en sueños, pues valió más el esfuerzo de las masas patrióticas que se lanzaron a la batalla con entrega y coraje por la victoria.

2. “La patria boba”, los primeros pasos de una nación.
Empieza un nuevo amanecer para los criollos y se levantan jubilosos de alegría porque ese 21 de julio de 1810 ya se sentían verdaderamente libres. Ingenuo fue aquel que especuló no volver a ver a los chapetones en las puertas de su casa. No sabía lo que les deparaba la vida. Como dicen las abuelas: “aún falta mucha tela por cortar”. ¿Y ahora Qué? Esta fue la pregunta que se realizaron poco después los patriotas, la cual les trajo un severo dolor de cabeza.
Cuando se intentaron poner en convenio los criollos, descubrieron que no pensaban en un mismo oriente que cada uno veía una distinta patria. Se destaparon las cartas del asunto y las discordias se avecinaron prontamente. Los disturbios comenzaron, era por decirlo así, una primer guerra civil, puesto que ya se trataban de ciudadanos; a esto se le conoció como el periodo de “La Patria boba” o de una forma más estilizada por los historiadores, “la primera República Granadina”.
Es un lapso de confusión que se prolonga desde los días posteriores a la declaración independentista y termina con la sorpresiva reorganización del poder virreinal en la nación. Este mismo tiempo se divide en dos, el del espíritu autonomismo y el independentismo; la primera fase fue cuando por juntas se reunieron las provincias para conformar un propio gobierno autónomo, estas pequeñas soberanías que estaban en el territorio de el antiguo virreinato de Nueva Granada, exigía continuar con la supremacía del rey Fernando VII, “siempre que venga a reinar entre nosotros, quedando por ahora sujeto este nuevo gobierno a la suprema junta de regencia, ínterin exista en la península, y sobre la constitución que le dé el pueblo” esto es como el Acta de Revolución expresa.
[1]
La segunda etapa, el independentismo, que podíamos decir empieza con la segunda independencia, la de Cartagena de Indias el 11 de noviembre de 1811, con la cual se expide por decreto la no comunión con el Estado de España. A partir de este momento, al ver las provincias, la negativa del rey a venir a la República, se decidieron proclamar independientes de la metrópoli peninsular, como una verdadera nación soberana.
Durante el tiempo en el cual transcurren estos dos ciclos, las cosas en la junta suprema de regencia, como Estado mayor, no marchaban muy bien; se habían dado las diferencias de ideales como el regionalismo, el caudillismo, el constitucionalismo, que eran modalidades típicas de los primeros pasos de las repúblicas post- revolucionarias. Para rematar, comenzó en el pueblo un levantamiento interno entre los dos bandos de poder gubernamental, federalistas y centralistas, podríamos decir en términos de próceres de la patria, General Santander y el libertador Simón Bolívar, respectivamente.
El objetivo era conformar una sola nación tal cual lo hicieron los norteamericanos, por “Estados Unidos”, y aunque todos los criollos estaban de acuerdo en esto, no quedaban seguros de que sistema adoptar para sí, si el federalista, es decir una sola República con una especie de dirección propio en cada provincia (Departamento) o el centralista que concentraba todo el poder en la capital de gobierno.

3. El régimen del terror. La sangre derramada de nuestra sangre.
La soberanía retornaba a las manos de la monarquía Española luego de haber derrotado a los Franceses en su invasión a la península. Les quedaban fuerzas suficientes para luchar una vez más por lo que habían perdido. En una segunda ocasión se lanzaron los ibéricos a la conquista de suelo Americano y mandaron una oleada de fuerzas impresionante. Para 1815 y 1816, se vive las tremendas luchas entre españoles y Patriotas.
Cabe anotar que estas batallas entre patriotas y realistas no empezaron con la reconquista española, sino que principiaron desde muy temprano con la etapa independentista; había entre nosotros criollos e hijos de españoles que estaban de acuerdo con mantener el absolutismo del reino ibérico, pero tanto más habían los detractores de este sistema. Existieron batallas memorables como la campaña del Sur de los vallecaucanos en 1811 y en 1813 y 14 del ejército de Antonio Nariño los cuales perdieron.
Cuando atracaron los peninsulares en la costa Caribe colombiana, el fortalecido ejercito realista de la reconquista al mando de Pablo Morillo, implantó desde un comienzo una sangrienta matanza que empezó a bajar por todo el centro del país, con el objetivo de restituir en el poder al virrey; arrasando con todo a su paso, este periodo de dolor se conoció como el régimen del terror. Al tener a todo el pueblo dominado por el miedo, se volvió a elevar la bandera de la monarquía española entre los criollos del virreinato de nueva Granada.

4. Nuestra Madre la Iglesia se rebela contra la Madre España.
Como antes se decía, si no hubiese sido por el espíritu de levantamiento de nuestra Iglesia Católica, hoy posiblemente estaríamos bajo el yugo español. Parece contradicción, pero es cierto, de donde nos viene nuestra fe, de la península ibérica, ahora nosotros estábamos tratándonos de zafar de ésta, los mismo clérigos que en su mayoría eran hace menos de un siglo españoles, se estaban sublevando de su propia madre patria, la que los vio nacer y educar.
Ahora bien, no era que los clérigos fuesen unos niños remilgados y desobedientes, sino que estaban reclamando los derechos naturales que vienen desde Dios para todo hombre. Podemos comprender entonces que la sangra de los religiosos de anteriores siglos que reclamaron los derechos de los indígenas, no fue en vano. Se estaba viendo en los pastores una actividad monumental que desde hace épocas no se observaba. Una Iglesia verdaderamente activa de presbíteros y consagrados comprometidos verdaderamente con su feligresía.
El magisterio de la Iglesia aportó en cuanto a víveres, posada, salubridad, resguardo de perseguidos por la corona, estrategia militar, capellanes para los ejércitos, consejo espiritual, pero en sobre manera contribuyó con dineros para sostener las campañas libertadoras, pidiendo además a grandes asedados colaboración por esta causa y finalmente el impulso de sublevación que crearon con sus muchas predicaciones a las gentes.
Pero hemos de tener certeza de algo, de que no fueron todos los padres los que estaban con el ánimo independentista, habían entre ellos muchos detractores de esta causa, quienes más tarde, después de que se calmaron las oleadas de rebelión sufrieron una desacreditación por parte del pueblo.

5. Conclusión
¡Oh libertad amable por ti llenos de gusto al monstruo formidable miramos ya sin susto!
[2] Esperamos ya nunca más tener que pasar por una cruenta guerra entre nuestros propios ciudadanos por el orden y la paz que solo se debería conseguir por medio del dialogo. “El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad”.[3]


BIBLIOGRAFÍA
· Microsoft Encarta 2008. 1993-2007 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
· El Tiempo. Gran Enciclopedia de Colombia. La historia. Casa editorial El Tiempo, Bogotá D.C., 2007, p., 59 y 60
· Wojtyla, Karol Józef. Consejos de vida: Juan Pablo II. Ediciones mensajero, Bilbao, España, 2005, p., 88

[1] El Tiempo. Gran Enciclopedia de Colombia. La historia. Casa editorial El Tiempo, Bogotá D.C., 2007, p., 59
[2] Ibíd., p., 60
[3] Wojtyla, Karol Józef. Consejos de vida: Juan Pablo II. Ediciones mensajero, Bilbao, España, 2005, p., 88

los agustinos en media de la independencia de la Gran Colombia

Fecha: 20 de Abril de 2009

Tema: los agustinos en media de la independencia de la Gran Colombia

Voy a contar algo de mi pensamiento antes de conocer un poco de la historia de la provincia Nuestra Señora de Gracia, durante las clases del año pasado. Yo discurría en que todos aquellos curas y religiosos que se metían en temas concernientes a levantamientos e insurrecciones eran unos vándalos que no merecían ver el rostro de Dios por toda la eternidad; en palabras técnicas, el P. Fr. Diego Francisco Padilla O.E.S.A. (todavía cuando no lo conocía) estaba para morir y condenarse en seguida.

En mi caso particular pienso que el sacerdote solo ha de acompañar a las ovejas para que no se extravíen en medio del camino, sin tenerse que meter de narices dentro del pecado del pueblo; es decir, que si el crimen es la violencia y el levantamiento de armas luchando por un ideal, el consagrado a Dios ha de permanecer neutral ante la situación, solo tomando cartas en el asunto, exhortando a la calma y la serenidad, invitando al dialogo entre las partes del conflicto.

Ahora bien, ¿qué hacer cuando ninguno de los disputadores quiere participar de un diálogo y la causa por la que se lucha es justa? Este es el único caso en el cual se podría combatir con las armas por la justicia.

Me pregunto ¿cómo estaría España en este momento si los cristianos no se hubieran levantado contra los árabes invasores? Quizá, actualmente no solo hubiéramos visto una península Ibérica musulmana, sino toda una Europa islámica y a lo mejor, la Santa Sede ya hubiera cedido. De pronto, América sería propiamente un Estado musulmán, las gentes no gozarían de conocer a la verdad que es Cristo, nunca poseería vida la historia de nuestra provincia y finalmente este escrito no habría sido escrito.

Por esta razón, comprendo mejor la razón por la cual nuestros hermanos de comunidad se enfrascaron en este conflicto por la causa de la independencia en cuerpo y alma, luchando no como viles mercenarios, sino prestando auxilio material y espiritual al que más lo necesitase, tal cual como murió el padre capellán del ejército en la batalla de Boyacá, Fr. Miguel Ignacio Díaz OESA. quien entregó su existir por la causa, siendo atravesado por un proyectil en su pecho mientras prestaba el servicio de la absolución, sin encontrar quien le diera del mismo. Como dice en el Archivo del convento de San Agustín de Bogotá en el volumen 47 en la pagina 145: “El Padre Miguel Díaz firmó la partida de bautismo de Colombia con la tinta sagrada de su propia sangre”.
[1]

Este es uno de los casos más importantes, de los treinta y tres que hubo, de Agustinos que se comprometieron a luchar por la independencia de nuestra patria; pero también está a la orden el asunto de nuestro objeto de estudio, el P. Fr. Diego Francisco Padilla O.E.S.A. Él, que si hubiera tenido la oportunidad de entregar su vida por este hecho, seguramente lo hubiera dispuesto hacer, pues se notó en lo que realizó su compromiso incansable, tanto como para permanecer en la cárcel por largo tiempo y sufrir el desprecio de muchos cercanos. Después de la batalla de de la cuchilla del Tambo, cayó preso el padre Padilla que aún tuvo valor para exhortar a los soldados con el fin de que tuvieran presente la justicia de la causa que defendían y la clemencia con el enemigo.
[2]

La mayoría de sacerdotes en toda la Nueva Granada invitaban al pueblo a participar del espíritu independentista; eran curas de todas las comunidades, de las órdenes y de las diócesis, pero verdaderamente, los nuestros eran los más entregados en este sentimiento de libertad. Así pues, el nombre de revolución clerical no le caía nada mal a esta sublevación. Para que se hubiera dado esta rebelión, era fundamental el toque de picante que imprimieron los presbíteros en su grey, de no haber sucedido tal acto, es posible que nunca hubiésemos salido de la infamia en la que vivíamos sometidos.

El ideal de combate era claro, la libertad, y ese don y derecho tan anhelado, Nuestro Señor Jesucristo nos lo había prometido si practicábamos en nuestras vidas la Verdad, y la Verdad es Él mismo. Es por eso, en este empeño por el cual luchaban tan valerosos hombres en la guerra patriótica contra los realistas, en el sostén del pueblo entero y en el apoyo incondicional del ministerio sacerdotal; allí actuaba el Señor, y muy de manera especial en su figura de Jesús Nazareno, el Generalísimo.

Quisiera terminar diciendo que cuando un hermano sufre alguna calamidad, el resto de la comunidad sufre con él; por esta razón cuando la bala vulneró el corazón del padre Ignacio Díaz, hirió también el nuestro, puesto que solo tenemos un solo corazón… y una sola alma dirigidos hacia el Señor.


BIBLIOGRAFÍA

Pérez Gómez, José OSA. y otros. Provincia Agustiniana Nuestra Señora de Gracia de Colombia – tomo II. Agular, Santafé de Bogotá, 1993.

[1] Pérez Gómez, José OSA. y otros. Provincia Agustiniana Nuestra Señora de Gracia de Colombia – tomo II. Agular, Santafé de Bogotá, 1993, p., 411.
[2] Ibít. P., 408.

la Enciclopedia, la expedición botánica y los derechos del hombre

Fecha: 30 de Marzo de 2009

Tema: la Enciclopedia, la expedición botánica y los derechos del hombre

El fundamento intelectual de la ilustración, camino a la justicia

El mundo convulsionado de la revolución francesa, de las tantas sublevaciones en América y los diversos movimientos políticos, sociales y económicos que se dieron para el siglo XVIII, podríamos decir que surgieron con el espíritu de luces que se estaba engendrando. En cierta manera, la tierra estaba presenciando ante sí, por segunda vez, un renacimiento del pensar del hombre.
El conocido siglo de las luces o la ilustración, se exhibe en un momento en el cual la humanidad exige justicia, y una justicia en todo tipo de ámbito, desde lo religioso hasta lo social. Se empieza entonces, a idear una forma de expresión del pensamiento humano con diversas manifestaciones culturales e intelectualidad científica y tecnológica. Símbolo clave de la intelectualidad de la ilustración es la “enciclopedia o diccionario racionado de las ciencias, las artes y los oficios,” que se convirtió en el dolor de cabeza para muchos y el deleite para miles.

La Enciclopedia, principio de un nuevo conocimiento


En Francia, en el mismo lugar donde cuatro décadas después tomaría forma la bestia de la revolución, se mostró un librero parisense con el deseo de traducir la obra inglesa del “Diccionario universal de las artes y las ciencias”, este era Le Breton, quien falló en su intento, pero aún así, en él reposa la originalidad de crear esta obra. Posteriormente aparecería sobre la escena, Denis Diderot, un traductor francés, junto a Jean d`Alambert, quienes llevaron cavo la ilusión de que Francia tuviera una enciclopedia.
En noviembre de 1750 se suscribieron los primeros a la enciclopedia con el prospectus. Luego para junio se publicó por vez primera el volumen I de la enciclopedia. El segundo apareció en 1752; sucesivamente cada año salía al público un volumen hasta 1757, es decir que para aquella época contaba la Enciclopedia con 7 tomos. Pasados ya los años, hasta 1772, se editó el último libro, el decimo de la colección.

Todo no fue color de rosa, ya que la Enciclopedia de momento intentó ser acallada por la Iglesia; se vio atacada por varios clérigos, como el jesuita P. Berthier, el prelado F. Boyer, quien se encargó de influenciar al Delfín en 1752 para que se suspendiese la colección, acto que falló. Mucho tiempo después d`Alambert se retiró de la compañía y de esta forma Voltaire y Diderot tomaron las riendas del proyecto. El parlamento en 1759 declaró que este libro no era apto para el público. Pero como dijimos antes, la serie enciclopédica se terminó en 1772.
Se caracterizó esta obra por ser de carácter político y social. Fue un poderoso instrumento de difusión de una cultura renovada y crítica; de una cultura que pretendía romper con el ideal de saber erudito y retórico, y que «se abre generosamente a la historia, a la sociedad, al saber técnico-científico» (S. Moravia).
[1]
Diderot recurrió a autores conocidos de la talla de Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Grimm, Jacourt, Helvetius, d`Holbach, Turgot y Quesnay. Por tanto, con esta gama de autores la Enciclopedia en sus contenidos se veía muy enriquecida y polifacética. Cosa curiosa resultó la compilación de información desde los artesanos para los oficios y las artes, es decir que el egregio se abaja al humilde para ver mejor.

El objeto de la Enciclopedia


D`Alambert dijo de alguna manera, que la Enciclopedia serviría a los filósofos para entender el mundo de una manera más detallada; favoreciendo a la pantomima del mismo. Además, da una nueva mirada a la filosofía y la entiende desde un panorama distinto al anteriormente visto.
La propia obra se define como un libro que sintetiza el conocimiento de lo creado, para una comprensión más completa. En otra fuente encontramos que el objetivo era el de oponerse al Diccionario de Trévoux de los jesuitas y favorecer la difusión de la filosofía de la Ilustración.
[2] Y también que el destinatario era el pueblo y, por lo tanto, los suscriptores eran intelectuales, eclesiásticos, nobles y parlamentarios.[3]

Fundamento filosófico y religioso


Los diez volúmenes de la magna obra, tuvieron como énfasis el pensamiento de John Locke y Newton. Es una especie de fuente empírica que rechaza cualquier iniciativa de idea innata; solo se concibe el pensamiento desde la experiencia. De hecho d`Alambert dice que las primeras ideas reflejas corresponde a una aseveración de la propia existencia y otra idea es el conocimiento de lo externo por los sentidos.
Influenciado por Francis Bacon, nuestro autor, habla de tres formas por las cuales procede el alma con las cosas de nuestro pensar: relacionadas con la memoria (de la historia), la razón (de la cual resulta la filosofía) y la imaginación (de donde germina las bellas artes). Según el artículo, las mejores consecuencias de la razón son la ciencia y su producido; y por su parte, considera que la metafísica en los filósofos no es producto del espíritu humano y que no debería obtener un espacio en el conocimiento real de las cosas. Para d`Alambert, la filosofía, su pasión, ha de ser la ciencia de los hechos que consista en instruir e iluminar al hombre.
En el pensamiento sintetizado del filósofo acerca de la razón y la experiencia, encontramos certeza en la fe a un dios al cual no rinde culto, puesto que fue como su padre, un oficial del ejército que lo abandonó en la iglesia de Le Rond (de allí su nombre); en otras palabras, deísmo es su creencia: Dios crea y arroja al mundo a la deriva. Por tanto, «si dios no me pone cuidado, pues él me es indiferente». Dice además que es de hombres la moral, por procurar el orden y el respeto al otro.

La expedición botánica, de América para el mundo.


De una empresa apoyada por la monarquía española, hoy día se ha dado resultados importantísimos; vemos al presente los avances que la expedición botánica llevada a cavo durante el siglo XVIII, en un momento donde las revoluciones sociales y científicas estaban a la orden del día en el mundo entero. Esta campaña al igual que la Enciclopedia forjaron una nueva forma de ver la tierra, como un ente lleno de conocimiento que cada vez se puede explorara más y más, y que dará como resultado de la investigación grandes verdades de la ciencia y el descubrimiento de maravillas de la creación.
José Celestino Mutis, clérigo, medico de profesión, fue enviado a América para atender al virrey de Nueva Granada. Con el tiempo se fue interesando mucho por la flora y la fauna vista en el territorio que actualmente conocemos como Colombia; como sabemos, nuestra región esta muy bien dotada de variedad de ecosistemas por la ubicación que tiene en el continente, estamos situados al norte del cono sur y debajo de la región centroamericana, cerca a meridiano del Ecuador, es decir de un clima cálido y un ambiente tropical. Además por los accidentes geográficos, nuestra zona se ve bañada de tres cordilleras que atraviesan de sur a norte, provenientes de la cordillera de los Andes. Esto hace que nuestra tierra tenga mucha diversidad de especies del reino vegetal.
Celestino Mutis aprovechó el patrocinio que estaba dando la corona para realizar unas expediciones para mejor conocimiento de América y su biodiversidad, así pues, alistó para participar de ésta. Tal como sucedió en muchos otros virreinatos, el de Nueva Granada no podía quedar atrás y fue asignado a la cabeza de esta empresa a Mutis. El proyecto dio grandes frutos y el mundo conoció más de lo nuestro. Tristemente todo aquel esfuerzo se vino a pique y no hubo unos resultados concretos; lo que hoy conocemos, son compilados de aquella expedición botánica.

Conclusión


Como dijimos al principio del texto, estas manifestaciones intelectuales buscaban de alguna manera la justicia y por consiguiente la libertad; en esto concluimos, en la llegada de los derechos del hombre y los ciudadanos a el virreinato, traducidos del francés y traídos por José Antonio Nariño.
Cabe anotar que estas tres expresiones de iluminación para el hombre, la Enciclopedia, la expedición botánica y los derechos del hombre, no fueron acogidas de buena manera en un principio, por tratarse de un pensamiento revolucionario que todavía la humanidad no podía comprender. Actualmente reconocemos sus frutos y nos son de gran provecho, pero sigue habiendo personas desadaptadas entre nosotros que aún no pueden lidiar con los derechos humanos (aceptados en colombia en 1950) y se hacen los de la vista gorda.

BIBLIOGRAFÍA

· Microsoft Encarta 2008. 1993-2007 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
· Reale, Giovanni y Antiseri, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder, p. 586.
[1] Reale, Giovanni y Antiseri, Darío. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder, p. 586.
[2] Microsoft Encarta 2008. 1993-2007 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
[3] Ibíd.