sábado, 9 de mayo de 2009

Recibir la comunión de rodillas


El día 23 de marzo de 2008. Por si alguien dudaba que fuera un derecho el poder recibir la Santa Comunión arrodillado, el Papa Benedicto XVI reintrodujo en la liturgia papal la comunión de rodillas, en la misa del Corpus Christi celebrada en la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. En la homilía habló de la Eucaristía como sacramento de la unidad, que ha traído la mayor revolución de la historia.


De este modo, Benedicto XVI quiere dar ejemplo al clero. “Nosotros, los cristianos, nos arrodillamos sólo ante el Santísimo sacramento (la hostia) porque, en él, nos sabemos y creemos estar en presencia del único y verdadero Dios”, “Estoy convencido de la urgencia de dar de nuevo la hostia directamente en la boca a los fieles, sin que la toquen” y “de volver a la genuflexión en el momento de la comunión como signo de respeto”, agregó. Por supuesto que se debe tomar la Comunión de rodillas (salvo naturalmente la imposibilidad de hacerlo por un grave problema de salud) y permanecer así hasta que se haya disuelto la Santa Forma en la boca. Se está en presencia de Dios Nuestro Señor, ante quien se debe el máximo respeto. Dijo el 22 de mayo.


Esta breve noticia se relaciona a uno de los modos permitidos de comulgar, quizás el más devoto, desde la postura externa. El Papa una vez más con su ejemplo indica a ministros y fieles el gran respeto dispensado siempre a la interioridad y fervor que algunas personas tienen al momento de tomar la Comunión.


Con la distribución de la Comunión en la boca y arrodillándose, dice el maestro de ceremonias del Vaticano, Guido Marini, se intenta resaltar "la presencia real de Jesús, se ayuda a la devoción de los fieles y se introduce con más facilidad el sentido de misterio, aspectos que en este tiempo es urgente recuperar".


Por eso hacemos este llamado al pueblo de Dios; y hoy a los fieles de nuestra comunidad del Prenoviciado San Alonso de Orozco con el fin de incrementar la devoción y el misterio ante el santísimo sacramento de la Eucaristía, demostrando amor y profundo respeto corporalmente en el momento de la comunión, arrodillándose y recibiendo la hostia Santa directamente en la boca.

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